Cómo usar los DNS de Google y qué ventajas tienen
11/03/2016Siete herramientas para crear la mejor imagen de portada de Facebook
17/03/2016Amenazas, falsificación, delitos sexuales, fraude informático… El Ministerio del Interior, recopilando los datos registrados por todos los Cuerpos de Policía relativos a la cibercriminalidad, elabora cada año un estudio sobre esta materia. Sin embargo, un dato curioso que incluso sorprende a la propia Policía es que se producen pocas denuncias por Internet. ¿Por qué? “La gente no conoce los límites en Internet, no sabe hasta dónde pueden llegar los usuarios y asimilamos comportamientos de otros usuarios como normales cuando, en realidad, son delictivos”, afirma Silvia Barrera, Inspectora de la Unidad de Investigación Tecnológica de la Policía Nacional.
¿Cómo distinguir qué es delito en Internet? Esta inspectora nos responde en el vídeo.
Los ciberdelitos crecen y el fraude informático más aún
Tal y como constata la Policía, a veces, en ciertas operaciones, los detenidos se sorprenden de ser arrestados y aseguran que, pese a haber vertido amenazas contra otras personas, sus “intenciones no eran cortarle la cabeza. El problema es que, quien recibe esos mensajes, no lo sabe”, afirma Silvia Barrera.
Pero, más allá de eso, es cierto que hay otros usuarios que, conscientemente, utilizan Internet y las nuevas tecnologías para cometer determinados delitos. Según el informe de 2014 del Ministerio del Interior, el fraude informático no es solo la categoría delictiva que ha registrado mayor incidencia durante 2014 (un 65,7% del total de hechos conocidos), sino que es de las que más crece conforme pasan los años. Las amenazas y las coacciones son el segundo delito más conocido en Internet. Los demás delitos están a cierta distancia de estos dos. Por orden de importancia, tendríamos los delitos contra el honor, la falsificación informática, el acceso e interceptación ilícita y los delitos sexuales.
Según los datos de este informe, el 35,9% de los hechos conocidos en 2014 fueron esclarecidos, aunque la cifra de detenidos e imputados en este ámbito es menor, manteniéndose de forma casi constante a lo largo de los últimos años.
El estudio también pone de relieve que, en términos generales, los hombres sufren más los delitos relacionados con Internet, especialmente en delitos contra la salud pública o la propiedad intelectual. Sin embargo, en los relacionados con delitos sexuales o contra el honor, las mujeres suelen ser las víctimas en la mayoría de los casos.
Por su parte, según los informes facilitados por el Ministerio de Justicia sobre los casos de ciberdelincuencia que tuvieron lugar en España en 2014, la pornografía infantil y la corrupción de menores y/o personas discapacitadas ocuparon el segundo lugar en la lista de los ciberdelitos más frecuentes, con un total de 581 casos. A la cabeza se situaron las estafas online. Los casos de delitos informáticos aumentaron un 71,21% con respecto a 2013.
Fuente: Ministerio de Justicia.
Ahora el acoso electrónico ya es delito
Siempre se dice que las leyes van con retraso respecto a la sociedad. En este sentido, cabe señalar que el año pasado se produjo una reforma de la Ley Orgánica 10/1995 del Código Penal, por la que se regulan nuevos tipos penales en este ámbito.
«Es necesario que se incorporen unos patrones de ciberseguridad obligatorios, tomando ciertas precauciones a la hora de navegar por Internet o mandar un correo. Esto debería ser casi una materia de educación obligatoria”, Silvia Barrera
Los cambios sufridos tratan de dar una respuesta legal, desde la perspectiva del derecho penal, a la delincuencia informática. En este sentido, los delitos contra los sistemas de información introducidos y modificados por la Ley Orgánica 1/2015 son el delito de acoso electrónico, los delitos de descubrimiento y revelación de secretos, de daños y de interferencia ilegal en sistemas de información o datos, contra la propiedad intelectual, así como los abusos con fines sexuales cometidos a través de Internet u otros medios de telecomunicación a menores.
Igualmente, una Orden Ministerial regula la definición de ciberataque, por el que se entiende una “acción producida en el ciberespacio que compromete la disponibilidad, integridad y confidencialidad de la información mediante el acceso no autorizado, la modificación, degradación o destrucción de los sistemas de información y telecomunicaciones o las infraestructuras que los soportan”.
Las cifras que maneja el Ministerio del Interior aseguran que la mayoría de los incidentes lo ha sufrido la comunidad denominada “ciudadanos y empresas”, con un 82,3% del total.
Pero, ¿qué más es delito en Internet?
Con la socialización de Internet, lo cierto es que cada vez se producen más hechos delictivos relacionados con la Red. El campo de acción se amplía a todas aquellas conductas delictivas realizadas a través de los sistemas de información o contra estos. Es lo que se conoce popularmente como cibercrimen.
Fuente: Fiscalía General del Estado.
Sin embargo, este tipo de amenazas cibernéticas están en constante evolución y cambio. Además de las amenazas planteadas por la delincuencia informática en sí (seguridad lógica, virus, sustracción de datos, hacking, descubrimiento y revelación de secretos, suplantación de personalidad o sustracción de cuentas de correo electrónico), también se consideran delitos cibernéticos aquellos que, aunque existían antes de Internet, ahora tienen en ella un campo de acción, como delincuencia financiera (incluyendo uso fraudulento de tarjetas de crédito en Internet, fraudes en subastas y comercio electrónico, estafas en la red), delitos contra los niños, el fraude, delitos contra la propiedad intelectual de programas de ordenador, música y productos cinematográficos o contra la propiedad industrial, o las amenazas, extorsiones, calumnias o injurias.
De hecho, por ejemplo, bajo el epígrafe de pornografía infantil también se entienden cualquier situación que ponga en peligro al menor en el uso de las nuevas tecnologías (Ciber-bullying, Grooming o Sexting).
La delgada línea que separa lo que es delito y lo que no
Algunos delitos son claros y evidentes: si alguien te roba las credenciales de la tarjeta de crédito, todos tenemos claro que es un robo y puede ser penado. Pero, ¿qué pasa con un bulo o un piropo? ¿Cuándo deja de ser una broma para ser acoso, por ejemplo?
El Código Penal ha sido recientemente modificado para dar respuesta a los delitos informáticos. También se ha regulado qué se entiende por ciberataque
“Un bulo no es delito, pero imaginemos que un día, en la final de un evento deportivo o un concierto, dicen que hay una amenaza terrorista, lo que puede generar caos y dar lugar a consecuencias mayores. Deja de ser un bulo para ser un delito contra el orden público”, señala Silvia Barrera. Por eso, no debemos ni creerlos ni propagarlos con un “por si acaso es verdad”. Estos mensajes que pueden parecer inocentes, pueden acabar siendo un verdadero peligro. Recordemos, por ejemplo, lo que ha sucedido en varias ocasiones en la Semana Santa de Sevilla.
Algo parecido pasa con los piropos. Aunque existe una delgada línea que separa lo que es una conducta meramente reprobable de otra constitutiva de delito, el sentido común debe hacernos reflexionar sobre cuándo hay cosas que no tienen gracia y cuando alguien se puede estar pasando de la raya.
En este sentido, la Policía Silvia Barrera, explica que los personajes famosos están acostumbrados a la adulación, pero que también se han tenido que enfrentar al ciberacoso.
“La diferencia entre un troll y una crítica y un acoso obsesivo es muy clara, y el que la sufre la reconoce inmediatamente”, declara Lara Siscar, periodista de TVE que sufrió un caso de acoso durante dos años pero que tardó casi uno en denuciarlo. “Recomiendo que no se espere. Yo esperé más de un año, porque con esto de que es Twitter, una red social, ni tú mismo le das la importancia que realmente tiene. Es un delito y hay que denunciarlo a la Policía para que investigue y se pueda detener al sujeto que se tiene que hacer responsable”, concluye la presentadora de los Servicios Informativos de TVE.
En cualquier caso, los cuerpos y fuerzas de seguridad siempre recomiendan, ante la duda, interponer una denuncia. Por ejemplo, la Línea de Denuncia anónima de Protégeles recibe una media de 3.000 denuncias al mes, según sus propios datos, que son tratadas por expertos en seguridad y protección del menor. Las informaciones recibidas que permiten realmente el inicio de acciones legales, o que ponen en conocimiento la existencia de contenidos delictivos en el país de origen, son trasladadas directamente a unidades de Policía de todo el mundo o a Interpol, así como al INHOPE (International Association of Internet Hotlines) dependiente de la Comisión Europea. El INHOPE engloba a las Líneas de Denuncia de casi todo el mundo, y Protégeles es la organización española miembro permanente.
Entre 2001 y 2012 Protégeles ha recibido más de 200.000 denuncias o informaciones, y ha realizado más de 15.000 de notificaciones sobre páginas y archivos de todo el mundo a las unidades policiales de distintos países, y de forma sistemática a la Brigada de Investigación Tecnológica (BIT) de la Policía española, y a la Guardia Civil.
¿Por qué vas a hacer algo online que no harías en tu vida offline?
El fraude informático es la categoría delictiva que ha registrado mayor incidencia durante 2014, seguido de las amenazas y las coacciones
Si el consejo es válido para la vida corriente, lo es también para nuestra actividad online o relacionada con las nuevas tecnologías. Por ejemplo: espiar los mensajes de móvil, correo electrónico o redes sociales de cualquier persona es delito en cuanto no estamos respetando su derecho a la intimidad y a la privacidad de las comunicaciones. Si nadie te abre las cartas que aún te manda el cartero a casa, ¿por qué sí va a poder hacerlo con una carta electrónica?
Lo mismo ocurre con la captación y difusión de imágenes, especialmente de contenido sexual y/o que afecten a menores de edad. El derecho a la propia imagen y a la intimidad no deben ser sobrepasados en ningún momento, especialmente en el caso de los niños, que precisamente por ser menores gozan de una protección especial.
La ciberseguridad empieza por nosotros
Internet y la tecnología han penetrado en casi todos los aspectos de nuestra vida cotidiana, lo que conlleva infinidad de beneficios y oportunidades, también para los amigos de lo ajeno.
Por eso, es fundamental seguir una serie de consejos y pautas. “Lo primero es creerse los mensajes que se lanzan desde las instituciones de seguridad como la Policía. Es necesario que se incorporen unos patrones de ciberseguridad obligatorios, tomando ciertas precauciones a la hora de navegar por Internet o mandar un correo. Esto debería ser casi una materia de educación obligatoria”, explica Silvia Barrera, quien vuelve a insistir en que si recibimos un mensaje de un remitente desconocido o es algo que ”no esperas recibir aun siendo de un contacto”, no debemos abrirlo ni leerlo.
«La diferencia entre un troll y una crítica y un acoso obsesivo es muy clara, y el que la sufre la reconoce inmediatamente» Lara Siscar
Pero, además, ”hay que poner de nuestra parte, sobre todo en redes sociales, y tener mucho cuidado con lo que se publica. El 80% de lo que nos encontramos en redes sociales son constitutivas de delito: acoso, amenazas…”.
Por eso, son muchos y variados los consejos que desde diferentes organizaciones se nos ofrecen para aumentar nuestra seguridad: mantener los sistemas operativos actualizados, utilizar programas de seguridad (como antivirus), no repetir el uso de contraseñas, que éstas sean fuertes (mezclando minúsculas, mayúsculas, números y signos de puntuación) y cambiarlas con cierta frecuencia, sospechar de mensajes extraños o de procedencia dudosa, eliminar cualquier sospecha de correo no deseado de inmediato y no abrir ningún archivo adjunto, recelar de mensajes que contiene amenazas o pide información personal, cifrar la red inalámbrica, evitar los pop ups son algunas de estas sugerencias.
Eso sí, la Policía aclara que no hacen una monitorización masiva de perfiles de redes sociales. “Actuamos cuando se puede estar cometiendo un delito, cuando vemos que se está compartiendo una información que pudiera tener contenido sensible o delictivo o cuando tenemos un objetivo específico que tenemos que identificar y seguir, pero nunca hacemos monitores y acciones masivas ni identificaciones extrañas”.
… y deja en casa el troll que llevas dentro
Volvemos al epígrafe del sentido común: lo que no te gusta que te hagan a ti no se lo hagas a los demás.
No intentes escudarte en un falso yo o en una falsa apariencia de invisibilidad en Internet. No te escondas bajo un pseudónimo para criticar, incluso de malas formas, a cualquiera que asome en un foro o en unos comentarios en cualquier página de Internet.
Cada vez son más los casos que conocemos de personas detenidas por acosar a través de redes sociales o por hacerse pasar por otra persona para determinadas venganzas. Casos en los que la Policía siempre acaba deteniendo a los delincuentes. Porque, como decimos, aunque te parezca que Internet te permite actuar impunemente y bajo el anonimato, lo cierto es que esto no es real pues todo lo que hacemos deja una huella digital.
Vía: Xataka